Soñar juntas un área verde productiva mujeres adultas mayores que siembran conciencia ambiental con enfoque agroecológico y equidad de género
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En países andinos como el nuestro, el ayllu sigue vigente como la designación de una organización social basada en lo común y, en Lima Sur, es el caso del Huerto Ayllu 21, el primer huerto agroecológico comunitario en el distrito de Villa El Salvador. Ubicado en la esquina de un parque central abandonado, un grupo de adultas mayores decidieron dedicar su tiempo y su trabajo a la intervención y recuperación del espacio público con el objetivo de convertirlo en un área verde productiva. Hoy, el huerto Ayllu 21 tiene 1400m2 y cuarenta parcelitas donde se practica la agroecología. Allí, en una mesa donde cabemos todas, delante de un mural que reza ‘Sembrando conciencia ambiental’, nos encontramos con Victoria Arce Arguedas y Lola Flores Cabanillas, voceras de la familia que han construido alrededor de la agroecología, para hablar sobre equidad de género.
Agroecología y equidad de género para la seguridad alimentaria y ambiental
Victoria es clara: el 90% de personas que trabajan en un biohuerto como el suyo son mujeres. Ella recuerda que antes de que fuese una realidad, siempre iba en las tardes al parque a limpiar la zona en donde hoy está el huerto, mientras que los sábados y domingos pasaba todo el día y, aunque estaba sola, confiaba en que sus vecinas se animarían a salir. Como su mantra, se repetía que algún día tendría su jardín. “El otro día cuando me veo sentada aquí, dije Señor gracias, tengo lo que quería. Esto para mí es mi felicidad. Mi felicidad es estar aquí tranquila, sentada tomando aire, conversando con mis vecinas”, nos cuenta Victoria haciéndole gala a su nombre al mirar lo logrado en estos años. Sin embargo, esta experiencia que reivindica su derecho al espacio público, actualmente vive en conflicto con la dirigencia vecinal que no coincide con ellas en la forma como usan ese espacio. Lola añade que, aunque viven violencia psicológica, siguen adelante participando en visibilizar el trabajo en los huertos como una acción que busca la salud ambiental de su distrito a través de diferentes instancias como la Asociación de Redes Ambientales de Villa El Salvador (REDAVES), una Red conformada por Comités Ambientales Escolares y Comités Ambientales Vecinales, así como a través de Voz Viva de Mujer en Stereo Villa, un espacio radial propiciado por el Colectivo por la Concertación de Equidad de Género, entre otros. Así pues, Lola afirma que, “la depredación de recursos, la contaminación del suelo, del aire, del agua, es un tipo de violencia. El hombre ha generado los impactos del cambio climático”, es por ello que ambas consideran relevante su participación activa en espacios donde se pueda trabajar una agenda política desde las mujeres con sus demandas y propuestas. Para Victoria eso es la incidencia: el fortalecimiento y la generación de alianzas que contribuyen a una misma causa desde diferentes frentes. En lugar de entorpecer los procesos, contribuir a que estas experiencias puedan replicarse y aportar para una mejor calidad de vida. Para Lola eso es clave: el desarrollo que buscan apunta a ser integral: que incluya la conciencia ambiental y la lucha contra la violencia hacia la mujer en un distrito que ocupa el tercer lugar con mayor número de casos de violencia.
Independencia económica y red de apoyo en la agroecología
En el caso de las mujeres adultas mayores que son parte del Huerto Ayllu 21, el cultivar en el huerto les permite, además de tener productos frescos para el autoconsumo, el tener un espacio para la sociabilidad: encontrarse, tomar un café, compartir juntas. Victoria y Lola señalan cómo la violencia patrimonial, una de los cuatro tipos de violencia considerados en la Ley 30364, afecta a las mujeres. “A pesar de nuestra edad, seguimos aportando a nuestra gente en crear espacios verdes para las futuras generaciones, en que la mujer se empodere, la mujer no puede estar supeditada a que le den 1 sol o 2 soles, puedes salir y te lo llevas de aquí y además te llevas el socializar porque a veces decimos: vamos a tomar un cafecito, eso sí despacito para cruzar la pista porque ya estamos mayores” comenta Victoria. En efecto, para Lola la dependencia económica hace que muchas mujeres que viven violencia no denuncien porque temen quedarse sin los recursos para cubrir sus necesidades básicas como la alimentación de sus hijas e hijos. De allí que, experiencias como los biohuertos apuntan también a empoderar mujeres a través de la transmisión de conocimientos entre vecinas para que puedan cultivar en casa. Esta disposición a la búsqueda por el bien común y el desarrollo de forma integral, animó a Victoria y Lola a ser parte del Programa Huertera a Huertera del Proyecto ‘Mujeres Unidas por la Seguridad Alimentaria y Ambiental’ (MUSA) implementado por la Plataforma de Agricultura Urbana en Lima con el apoyo de Cuso International y el Gobierno de Canadá.
Mujeres que inspiran mujeres
Así, desde el programa Huertera a Huertera, uno de los pilares del Proyecto MUSA, ambas capacitaron a mujeres a través de diferentes talleres para que puedan iniciarse en la agricultura urbana. Incluso, muchas han encontrado en ella una fuente de generación de recursos a través de la venta de almácigos, compost, o emprendimientos como la venta de macetas pintadas a mano. Para Lola, la labor de compartir saberes es parte de la educación ambiental que las moviliza y mucho más al compartir la satisfacción de los primeros resultados. En su caso, una de las mujeres que capacitó puso a disposición una parcelita en la parte frontal de su domicilio para que la gente mire,“los vecinos pasaban, se quedaban mirando y se asombraban. También querían ser parte del Proyecto”. También reconoce que hay retos como espacios en donde no hay luz solar para el crecimiento de las plantas y por ello es necesario buscar otros sitios, pero las satisfacciones son varias al compartir lo aprendido “hemos invertido tiempo, hemos invertido nuestro conocimiento. Es una satisfacción que ellas aprendan a cultivar sus propios alimentos”. Por su parte, para Victoria esto es importante ya que, en el contexto de inseguridad alimentaria que se vive en el Perú y el mundo, ellas han enseñado que es posible tener verduras y hortalizas cultivadas en casa para alimentarse saludablemente.
¿Y ahora qué sigue?
Victoria y Lola continúan estableciendo alianzas pues consideran que la incorporación del enfoque de género es parte de un proceso. En este sentido, su trabajo por una agenda política desde las mujeres y la propuesta de un proyecto de ordenanza de agricultura urbana para Villa El Salvador que respalde su trabajo e impulse la alimentación saludable, los huertos familiares, las ecoferias, la elaboración de productos agroecológicos, así como la implementación de huertos en espacios públicos y de otro tipo como colegios, comedores y ollas comunes, así como áreas restringidas como la franja del tren eléctrico, entre otros temas son parte de los puntos a tratar desde el trabajo sostenido en el Huerto Ayllu 21.