Estrés Hídrico y su impacto en la capital
Hace unos meses, conocimos sobre la situación dramática que enfrentaba Montevideo, capital de Uruguay. La ciudad enfrentaba una situación de escasez del agua debido a sequías que no se veían en el país desde hace 74 años. Esto impactó en la capacidad de las reservas que abastecían de agua potable a la mayor parte de su territorio.
Este estrés hídrico, que se da cuando la demanda de agua excede la disponibilidad de recursos hídricos, está afectando a otros países de la región como el Perú. Un ejemplo es la situación en Cusco, donde la Empresa Municipal de Agua de Cusco anunció su preocupación de que dicha ciudad podría quedarse sin agua en los próximos meses.
Lima no está exenta de esta problemática. Debido a diversos factores conocidos y advertidos desde hace años, entre ellos el cambio climático, el crecimiento demográfico acelerado y la falta de una infraestructura adecuada; nuestra capital sufre una vulnerabilidad para el abastecimiento del recurso hídrico. La cual es notoria a medida que sentimos con mayor intensidad fenómenos climáticos como inundaciones, sequías y ciclones.
Así como lo ha informado el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima y Callao (Sedapal), la capital padece un estrés hídrico debido a la menor cantidad de lluvias en comparación a años anteriores, por el Fenómenos del Niño. Lo cual podría tener consecuencias alarmantes. La agricultura no podría proporcionar la cantidad necesaria de alimentos, las industrias tendrían que reducir su producción (incluyendo las extractivas), el sistema de salud podría verse comprometido por el posible aumento de enfermedades infecciosas como el dengue.
Problema Político
Se tiene que trabajar una estrategia para la optimización y correcta gestión del recurso hídrico. Asimismo, se tiene que priorizar criterios técnicos antes que los políticos, evitar la alta rotación de la gestión pública relacionada a la gestión del agua. De esta manera se podrá trabajar un plan a largo plazo. Dentro el cual es fundamental que se encuentren las ciudadanas y ciudadanos que no cuentan con sistemas de saneamiento y donde el acceso al agua es más difícil.
A su vez, la infraestructura relacionada con el agua y saneamiento debe de actualizarse. Se tienen que construir reservorios con mejor tecnología y cambiar los que estén obsoletos. Según el Banco Mundial, Perú tiene una de las menores capacidades de almacenamiento de agua a nivel Latinoamérica.
Se tiene que trabajar una estrategia de comunicación política. La mayoría de personas no son conscientes del impacto que tendrá esta problemática en su vida cotidiana. Se requiere campañas para informar y cambiar actitudes y prácticas de la ciudadanía para fomentar la formación de hábitos más sostenibles. De esta manera las personas podrán tomar medidas preventivas frente a esta situación.
Qué podemos hacer desde la ciudadanía
Desde nuestro lado, debemos exigir a las autoridades un cambio en las políticas enfocado en una correcta y óptima gestión del recurso hídrico. Asimismo, será necesario garantizar transparencia, evitar la desinformación y compartir información a quienes aún no estén al tanto. Debemos recordar que nuestra capital es una zona desértica con una gran diversidad de ecosistemas que, si no mantenemos, podrán sufrir alteraciones que nos afectarán negativamente.
Es fundamental construir hábitos que se ajusten a la preservación, rehúso y optimización del agua que usamos. Esto implica en reducir el tiempo de las duchas, reciclar el agua utilizada para riego o lavado de manos, entre otras ideas. Todo esfuerzo cuenta.
Reconozcamos que el cambio climático es un fenómeno que ya no se habla a futuro, incluso ya finalizó. Cómo comentó el secretario general de las Naciones Unidas, se puede hablar de la era de “ebullición” global, la cual tendrá como consecuencia una crisis global del agua. Esta crisis ya se está sintiendo y si no realizamos un trabajo en conjunto, sufriremos consecuencias inimaginables.
Fuentes
AquafondoINTE PUCP
Infobae
Nación