Delegaciones de huertas y ollas comunes de nueve distritos de Lima se reunieron en el Encuentro del Proyecto Mujeres Unidas por la Seguridad Alimentaria y Ambiental (MUSA)
El pasado 6 de octubre, el Proyecto Mujeres Unidas por la Seguridad Alimentaria y Ambiental (MUSA) tuvo su primer Encuentro presencial entre mujeres promotoras de agricultura urbana y ollas comunes para compartir conocimientos y experiencias sobre cómo afrontan la crisis alimentaria que se vive en Lima, así como el proceso organizativo que tuvieron a raíz de la pandemia por COVID-19. El origen del Proyecto MUSA es la continuidad del Proyecto Alimentando Lima desde Adentro (ALDA) donde varias organizaciones de agricultoras y agricultores urbanos participaron y crearon las condiciones para pensar en la necesidad de transferir sus conocimientos y experiencias a las ollas comunes a través del programa Huertera a Huertera. De esta manera, el Proyecto MUSA responde a las condiciones actuales de inseguridad alimentaria existente en Lima.
En el encuentro, las delegaciones de promotores y promotoras de agricultura urbana y de ollas comunes que representaron a los distritos de Carabayllo, Comas, San Juan de Lurigancho, San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo, Villa El Salvador, Lurín, Pachacamac y Ventanilla. Realizaron exposiciones por distrito a través de una creación colectiva de carteles sobre sus logros y aprendizajes basadas en utilizar fotografías de sus archivos y recordar sus procesos. Cada representante tomó la palabra para compartir su experiencia con los otros distritos de Lima y así encontrar fortalezas comunes.
De esta manera, tanto representantes de ollas como de huertas indicaron la importancia de las huertas familiares y comunales en el acceso a alimentos para el autoconsumo y venta. Si bien, la pandemia provocó que varias familias perdieran ingresos económicos por la falta de trabajo, consideran que también propició la organización de personas en la búsqueda y adecuación de espacios para el cultivo, en donde los procesos de capacitación en la siembra, manejo de plagas y cultivo de acuerdo a las temporadas, así como la búsqueda del mejor sistema de riego en un contexto donde se carece de agua, dieron lugar a la consolidación de espacios que hoy son una fuente para afrontar la inseguridad alimentaria y ser una fuente de ingresos acorde a la participación en ferias y desarrollo de emprendimientos acorde a su tipo de producción. De igual forma, las huertas significaron el cuidado de la salud mental en contexto de pandemia.
En este horizonte, tanto huertas como ollas comunes se han beneficiado de una práctica de apoyo mutuo. Así, por ejemplo: el agua de arroz que se cocina, es utilizado para regar plantas; los deshechos orgánicos son utilizados en la preparación de compost y, los deshechos que deja la crianza de animales menores aportan en la producción de biol. De allí que, apostar por la agroecología, pone en relieve la importancia de la soberanía alimentaria: producir y saber cómo nuestros alimentos son cultivados estrecha la relación que existe entre las huertas y ollas, así como las familias que se benefician de las raciones que cada día las ollas comunes preparan.
Cabe señalar, que las ollas comunes destacaron dos principales hitos: la recuperación de alimentos como parte de la lucha por la Ley que promueve la reducción y prevención de pérdidas y desperdicios de alimentos (Ley Nº 30988) y, la inclusión en el programa ‘A comer pescado’, como una vía de acceso a los nutrientes que el pescado puede aportar en la dieta alimenticia de las familias beneficiarias.